Hay quienes aseguran que los objetos tienen alma. Que su existencia, tan diferente a la de los seres humanos, guiada por el uso y el silencio, nos marca muchas veces de una manera irreversible. Que nos acompañan durante toda una vida, embelleciendo nuestros días, recordándonos momentos y personas importantes... Y que a veces, incluso, están destinados a unir a pesar de las distancias. Las vidas de Sakura, Karen y María transcurren por senderos paralelos. Podría parecer que no tienen nada en común y, sin embargo, sus vidas están unidas por un hilo frágil, pero a la vez indestructible: la presencia cotidiana de una tetera verde jade con canas de oro viejo. Un objeto que, lejos de ser insignificante, lleva impregnada una historia que se va tejiendo con la de todas las manos por las que va pasando. Una historia que marcará la existencia de estas tres mujeres, acompañándolas en los buenos y malos momentos, aportándoles belleza con la que iluminar sus pasos y brindándoles ayuda para llenar sus vidas de sentimiento; otorgándoles, en definitiva, la fuerza necesaria para alcanzar sus destinos. Del mismo modo en que la tetera viaja para alcanzar el suyo.