LA ÚLTIMA NIEBLA. LA AMORTAJADA

LA ÚLTIMA NIEBLA. LA AMORTAJADA BOMBAL, MARÍA LUISA

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Nota media 7,83 Muy bueno 12 votos 1 críticas

Resumen

Las mujeres que formaron parte del boom latinoamericano a menudo quedaron invisibilizadas por sus compañeros escritores. Admirada por Borges, Carlos Fuentes y García Márquez, María Luisa Bombal es considerada la madre del realismo mágico y una reconocida influencia en Juan Rulfo. En su obra se vale igualmente de lo realista y de lo sobrenatural para explorar el mundo interior femenino, especialmente el deseo, en el contexto de la sociedad patriarcal de su tiempo.

La presente edición recoge toda la obra narrativa de Bombal (las novelas cortas La última niebla y La amortajada, y los relatos «El árbol», «Trenzas», «Lo secreto», «Las islas nuevas» y «La historia de María Griselda») en una edición definitiva con portada e ilustraciones interiores de Paula Bonet y textos de Borges, Lucia Guerra y Pepe Bianco que arrojan luz sobre una escritora de vida y obra fascinantes que merece, sin lugar a dudas, un puesto de honor en la literatura del siglo XX.

1 Críticas de los lectores

7

Esta pequeña novela arranca a partir los pensamientos de Ana María desde su ataúd. "Y luego que hubo anochecido, se le entreabrieron los ojos. Oh, un poco, muy poco. Era como si quisiera mirar escondida detras de sus largas pestañas. A la llama de los altos cirios, cuantos la velaban se inclinaron, entonces, para observar la limpieza y la transparencia de aquella franja de pupila que la muerte no había logrado empañar. Respetuosamente maravillados se inclinaban, sin saber que ella los veía. Porque ella veía, sentía." Los sucesos se van entrelazando, envolventes, a través de recuerdos cuya secuencia alterna distintas voces narrativas en diversos planos temporales que se suceden mediante sutiles disolvencias que apenas se perciben. La protagonista narra su historia en forma fraccionada de acuerdo a quienes la visitan en su lecho mortuorio, mediante una introspección propiciada principalmente por su relación con tres hombres: Ricardo, el amor de juventud nunca olvidado; Antonio, el marido tan amante en un principio y distante después, y Fernando, un tercer personaje un tanto desdibujado ante la fuerza de los otros dos, quizá porque los sentimientos de ella no lograron dirigirse a su persona, aunque la conexión entre ambos llega a transformarse en una dependencia perversa. Estos vínculos se recrean con profundidad desde la perspectiva femenina, y se plantean repletos de las paradojas propias de la condición humana: situaciones de aversión, rechazo, acercamiento o pasión que penden de caprichos momentáneos, de indecisiones, del muro protector que cualquiera puede construir a su alrededor y que no permitirá la entrada a ningún sentimiento doloroso o feliz, a pesar de que las condiciones necesarias para este último se vislumbren, en cierto sentido, al alcance de la mano. Tras haber transitado estos escenarios en la etérea y onírica compañía de la amortajada, cuya existencia pendió siempre tanto de los avatares del sexo opuesto como de su propio capricho, nos encontramos con una mujer que descubre que su vida se había mantenido asida al cuerpo a través del odio, y que sólo pudo deslindarse de este sentimiento cuando, al morir, percibió que se había evaporado sin que permaneciera tampoco en ella algún efluvio afectuoso. La idea de morir como "un acto de vida", capaz de revelar tantas sensaciones encubiertas por ella misma y por los demás, es el pretexto para narrar una magnífica historia cuyo manejo del lenguaje es excepcional. Todo el libro se construye en base a bellas imágenes sugerentes, reminiscentes y sensoriales: "Imaginé, al principio, que la primavera se complacía, así, en languidecerme. Una primavera todavía oculta bajo el suelo invernal, pero que respiraba a ratos, mojada y olorosa, por los poros entrecerrados de la tierra." "Fue como si del centro de sus entrañas naciera un hirviente y lento escalofrío que junto con una caricia empezara a subir, a crecer, a envolverla en anillos hasta la raíz de los cabellos, hasta empuñarla por la garganta, cortarle la respiración y sacudirla para arrojarla finalmente, exhausta y desembriagada, contra el lecho revuelto."

hace 11 años