No podía creer que todo hubiera cambiado tanto en veinte años… Era un extraño en el lugar que tan bien había conocido, en el lugar en el que me había criado, y por un breve instante me encontré añorando mi celda de dos por tres metros de Gwinett. Al menos allí sabía donde estaba… Tras pasar en la cárcel los últimos veinte años, acusado del asesinato de su mujer e hijo, Bierce es puesto en libertad en extrañas circunstancias. Sus recuerdos de la tarde de la tragedia son confusos hasta el punto de no saber realmente si fue él el asesino o no. Una vez en la calle conocerá a la joven Alice Loong, quien a su vez busca respuestas para la muerte de su madre, acaecida aquel mismo día de 1983. Alice guiará a Bierce a través del extraño mundo feliz de comienzos del siglo XXI, un mundo que al ex convicto le parece salido de la novela de Huxley. Perseguidos por misteriosos enemigos que están convencidos de que Briece recuerda más de lo que dice, la pareja se embarca en una peligrosa carrera contra reloj para descubrir la verdad de lo que sucedió aquel lejano día. Escrita íntegramente en primera persona, esta novela, dura y descarnada, se aleja por completo de la trayectoria del autor, descubriéndole como uno de los grandes narradores contemporáneos, pues si bien la trama a simple vista puede parecernos simple, en realidad su profundidad alcanza cotas que la aproximan a la obra de Orwell o del autor de Ciego en Gaza.