Elizabeth Fitch es testigo, a sus diecisiete años, de un doble homicidio a manos de los Volkov, una familia rusia afincada en los Estados Unidos que se dedica al tráfico de drogas y el blanqueo de capitales. El FBI se hace cargo de ella y entra en el programa de protección de testigos pero, sin embargo, Liz pronto descubre que para seguir con vida, debe aprender a protegerse por su propia cuenta. Cuando su seguridad se ve gravemente comprometida, Elizabeth, ahora bajo la identidad falsa de Abigail Lowery, decide aislarse de todo el mundo y dedicar lo que le quede de vida a acabar con el imperio de los Volkov. Instala su refugio y centro de operaciones en una pequeña localidad de los Ozarks y todo parece ir sobre ruedas hasta que Brooks Gleason, el jefe de la policía, decide investigar a la misteriosa mujer que siempre va armada cuando hace la compra. Liz resulta una protagonista interesante: es una mujer superdotada y con una memoria fotográfica prodigiosa, capaz de analizar todo lo que sucede a su alrededor con mucha lógica e inteligencia, pero su habilidad para las relaciones sociales es nula, lo que provocará que Brooks deba esforzarse al máximo para captar su atención. «La testigo» ha resultado ser una lectura correcta, que combina una historia de amor y suspense pero, personalmente, no ha sabido conquistarme del todo. La historia de Elizabeth resulta interesante y tiene un comienzo de infarto, por lo que la trama relacionada con la mafia rusa me había generado muchas expectativas. Sin embargo, tras el salto salto temporal de doce años que se produce en la novela y que nos presenta a una nueva Elizabeth adulta y que ya sabe defenderse por sí sola, toda esa trama se diluye y pasa a un tercer plano, centrando toda su atención en la historia de amor entre la pareja protagonista, cosa que me parece correcta y en los problemas de Brooks como jefe de policía. Creo que la autora le concede demasiada importancia a esas subtramas que se generan en el trabajo de Brooks, que poco tienen que ver con la historia de Elizabeth, pero sí ralentizan y alargan la novela de forma innecesaria. En los últimos capítulos la autora parece recordar que la trama inicial se centraba en los problemas con la mafia rusa y decide resolver ese conflicto para dejarlo todo zanjado, pero creo que lo hace de una forma un tanto acelerada y difícil de creer. No he leído muchos libros de esta autora, pero creo que sus historias de amor suelen seguir la mayoría de veces el mismo patrón: uno de sus protagonistas no está preparado para entablar una relación sentimental y esta se desarrolla lenta y progresivamente, hasta romper todas las barreras. En este libro sucede así y quizás este sea su punto fuerte.
hace 1 año