Se dijo de este libro que es enciclopédico, de difícil o imposible lectura, lo cuál es cierto, y sin embargo, esa verdad no anula el efecto de la belleza precisa y extraña de su maravillosa prosa poética. Flaubert, se cuenta, quedó fascinado al contemplar un cuadro en el palacio Balbi, en Génova; ese cuadro era "La tentación de San Antonio" de Pieter Brueghel. Bosch y Bruegel fueron dos pintores únicos, adelantados a su tiempo, extraordinarios, cuya genialidad no ha envejecido, sino por el contrario, pareciera que sus trabajos irán tomando fuerza con el correr de los años. Flaubert, entonces, maravillado ante semejante cuadro, decide realizar una obra de teatro utilizando el mismo tema. Una vez acabado el libro, se lo presenta a dos amigos, quiénes rechazan la obra, aparentemente, demasiado extensa y compleja. Flaubert, acorta el número de páginas, pero no su intensidad. El resultado, es un conjunto de brillantes líneas, muchas de ellas inolvidables, por su frescura, por su calidad pictórica, por su originalidad indiscutible, porque es en definitiva, una magnífica obra de arte, un inusual, único y fabuloso ejercicio literario, cuyo fuerte es lo visual, que tiene su fuerza en el poderío de su prosa expresiva, exquisita. Hay que tener en cuenta, que las visiones que acosan a San Antonio, son sucesivas, y como en una pesadilla, las imágenes horribles, aparecen y se esfuman con la fragilidad de un sueño; la confusión es comprensible, entonces, ya que son múltiples los personajes que aparecen para confundir y atormentar al santo. Tantos son los personajes que van surgiendo ante la vista de San Antonio, que llegan a tornar por momentos demasiado complicada la lectura. De por sí, el estilo adoptado por Flaubert en esta obra, es cortante, similar a los retazos inolvidables y perfectos de Salambó, pero mucho más difíciles, cercanos al surrealismo más impenetrable. Aun así, se disfruta. Se disfruta la imaginación del autor, se disfruta la palabra, cuidadosamente escogida. Se disfruta el estar leyendo algo único, irrepetible. Si uno se deja llevar por la formidable corriente poética, pletórica de monstruosas apariciones, salidas de mismo infierno, propias de la pesadilla, el libro es una experiencia fantástica. De todos los nombres que se le aparecen a Antonio, desde los Dioses, monstruos, personajes históricos, animales fabulosos, mitológicos, ni la mitad he encontrado, ya sea en diccionarios, ya sea en la web; esa búsqueda, atrasó demasiado la lectura y la complicó aun más. Decidí, entonces, cortar con esa escrupulosa necesidad de saberlo todo, de entenderlo todo; y me dejé, finalmente, llevar por las nada amables visiones que sufre el santo a lo largo de todo el libro. Este es un libro donde sobreviven fragmentos, no, en cambio, la totalidad. La totalidad puede ser confusa, velada, abstracta. Los párrafos que la conforman, formidables, brillantes. La profundidad de los diálogos, del fondo, no es el fuerte del libro. Sí, en cambio, las formas. Aunque los personajes intentan debilitar (la ya debilitada) fe de San Antonio, tentándolo con riquezas, mostrando los horrores y las bellezas de Dioses paganos, pocas veces hay algún diálogo de contenido filosófico digno de mención, salvo, tal vez, su conversación con El Diablo. Esta reseña jamás podrá hacerle honor a semejante obra; ni un poco. Dudé mucho si escribir un simple comentario en la sección "Notas" y desestimar así una reseña que pueda a alguien quitar las ganas de emprender la lectura de esta singular y mágica, aunque difícil y hasta pesada, por momentos, obra de teatro, obra de arte. Una vez más, Flaubert lo ha logrado. El escritor para escritores, como dijo Henry James (A writer´s writer) afortunadamente puede ser leído, con paciencia, ganas y dedicación, por todos nosotros.
hace 8 años