Ana adora la claridad, el orden, la limpieza. Pero deberá abrirse paso hasta la luz –y aun hasta dar a luz– a través del desorden, la confusión y el caos. Desde su trabajo amenazado por la crisis en una editorial de Buenos Aires y la relación destinada al fracaso con Claudio, actor de telenovelas y padre de tres hijas que ocupan toda su vida, hasta su salto a través del Atlántico a una editorial de Madrid y su posterior traslado a Barcelona para vivir con Nicolás, artista dedicado a los vitrales, fascinado por la alquimia y tan afecto al desorden como ella lo es al orden, la peregrinación de Ana será, aun sin proponérselo, una indagación de la naturaleza del amor, ese sentimiento que –como la alquimia, una pasión común a tantos escritores, según descubrirá con su compañero– tiene el poder de transformar las cosas y la vida. Un viaje a través de los infinitos matices de las relaciones que, pasando por las experiencias del amor, la amistad, la emigración y el desarraigo, culmina en la maternidad y el descubrimiento de la felicidad posible.