Novela que quedó en un nada desdeñable tercer puesto del prestigioso Premio Planeta. Nos trasladamos al casco histórico de Valencia donde nos encontramos con un negocio que está a punto de morir, una vieja librería que vende solo incunables o piezas curiosas y con un negocio que acaba de nacer, un local donde degustar un té o una copa de vino acompañados de pasteles, quesos y embutidos y a través del negocio conocemos la historia de sus dueños, el anciano librero Adolfo Vidal y la joven dueña del “teawine” María Navarro, los cuales se ven envueltos en una maraña de problemas y burocracia consecuencia de la especulación inmobiliaria y afán de dinero y venganza de los sobrinos del librero, copropietarios del edificio donde se encuentran los locales. Y a partir de aquí surge una bella amistad entre ambos personajes y se va tejiendo una trama donde el autor nos va dejando conocer el pasado Adolfo Vidal y nos cuenta el presente y la mirada al futuro de María Navarro. Lo mejor, para mí, es el personaje del librero, lleno de matices y claroscuros, me he quedado con ganas de conocer muchos más detalles de su azarosa y no siempre encomiable vida. También me ha gustado mucho la forma de narrar del autor, como va utilizando los tiempos, como dosifica la historia y como va intercalando recetas y degustaciones que despiertan los sentidos y hacen que muchas partes de la novela sean realmente una delicia. Lo que menos me ha gustado es cierto maniqueísmo al tratar a los personajes de los sobrinos y algunas situaciones en las que estos se ven envueltos. También hacia el final se dan demasiadas casualidades que hace que la historia pierda un poco de credibilidad. Con todo es una novela realmente entrañable que yo desde luego os recomiendo.