Esta novela trata de otro libro que no llegó a ser escrito, y también de todo aquello que ocultamos a las personas que más seguras están de conocernos. Tras una bella ensoñación compartida, una pareja decide embarcarse en la preparación de un libro sobre el silencio. Emprenden el trabajo con desordenada pasión y no tardan en descubrir que el silencio aparece por todas partes -en el insomnio de Scott Fitzgerald, en la tribu de los mabaanes, en los escritos de Auden y en los experimentos de un tal sir Robert Boyle-, aunque revestido siempre por su impenetrable calidad de ausencia. Con el tiempo, llegarán a sospechar que cada persona se relaciona con sus propios silencios de una forma parecida a como lo hace con sus propias manos. Y los silencios en verdad importantes, los que deberían figurar en su libro imposible, son los pequeños secretos que nos permiten sobrevivir, las mínimas traiciones con que se alimenta el amor, los sentimientos inconfesables. En sus relaciones con los demás, y en especial durante su turbia historia con la voluble y atractiva mujer de su mejor amigo, el protagonista se convertirá en el más cumplido ejemplo de tales ocultaciones. No sin gran asombro, se sorprenderá a sí mismo en el acto de silenciar sus torpes deseos, como único camino para mantener el engañoso equilibrio en que cree sostenerse. Al final, llegará a intuir que el engaño es una necesidad universal, y que sólo podemos defendernos de sus estragos con una acorazada resignación. XII Premio Herralde de Novela 1994.