Los problemas y vicisitudes siguen sumándose mientras Garion, Belgarath, Polgara y sus amigos persiguen a Zandramas por todo el mundo. Poseída por el Destino de las Tinieblas, la hechicera quiere utilizar al pequeño hijo de Garion en un ritual que destruiría toda la bondad y la belleza de la Tierra. La búsqueda del niño los lleva a atravesar el continente malloreano, que había estado dominado por el diabólico dios Torak hasta que Garion lo matara. Durante el viaje, las tropas de Zakath intentan capturarlos, al mismo tiempo que Zandramas los provoca y los vigila volando sobre ellos bajo la forma de un dragón alado, mientras el Destino de las Tinieblas la metamorfosea y le roba hasta el último vestigio de humanidad. La vidente de Kell les advierte que, si quieren vencer los diabólicos planes de Zandramas, deben llegar al lugar que ya no existe al mismo tiempo que ella. Sin embargo, nadie sabe todavía dónde está ese lugar.