Una caricia constituye el momento central de este exaltado relato de amor: dos manos se acarician, y las leyes físicas dejan de regir, y el tiempo se deshace en tramos que amalgaman el devenir y el pasado, el presente y la eternidad. Son las manos de dos amantes secretos, el médico y adivino Dao-sheng, y la esposa del cacique del lugar, Lan-ying, que han esperado treinta años a consumar este casto contacto que esconde, sin embargo, la pasión en su estado más puro, el deseo traspasando los disciplinados cuerpos, la ardicia incesante de un sentimiento superior.