Hay un tipo de lector que cumple al momento con el perfil de lector de este volumen: el aficionado a National Geographic, a las crónicas de lugares y gestas exóticas. Y, desde luego, el aficionado tanto a los libros como al alpinismo, pues aquí se reúnen esas dos pasiones. La crónica de la expedición que dirigió Hunt y coronaron Hillary y Tenzing Norway en 1953 es una de esas grandes historias que, por su relevancia, merecían ser contadas. Es lo que hizo Jan Morris —entonces James Morris—, cuando en virtud de corresponsal de The Times acompañó a los héroes de la montaña. Pero reducir el interés de La coronación del Everest a la crónica de aquella hazaña es quedarse en la superficie. Escrita años después de la proeza, esta crónica tiene consigo la grandeza y nostalgia de un tiempo aún proclive al heroísmo y al descubrimiento de lo ignoto. Es el homenaje a unos tiempos únicos, antes de que el Everest se convirtiera en el destino turístico que es hoy. Quizás por eso, más que una constatación de la gesta de Hunt, Hillary, Lowe o Grant, lo mejor de La coronación del Everest sean las propias peripecias de Morris, sus intrigas para transmitir y asegurar la primicia de la expedición para The Times —con los recursos limitados de mensajeros o radio—, así como la descripción de las comunidades de aquellos sherpas que acompañaron a los exploradores. Si a ello se le suma una prosa elegante, dinámica, que no renuncia a los diálogos y no carga en sus descripciones —un riesgo no tan banal ante tanta montaña—, resulta un libro que puede disfrutarse mucho más allá de la pasión por el National Geographic o el alpinismo. (Carlos Cruz, 20 de julio de 2015)
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