No es infrecuente que las novelas de tintes cómicos se centren en hacer reír al lector a expensas de descuidar la trama. No es el caso, sin embargo, de La conjura de los necios. A diferencia de otras, esta es una novela cuyo argumento no es en absoluto simple, pues de un punto común nacen varias tramas secundarias, que se irán desarrollando paralelamente a las aventuras de Ignatius, ese protagonista inaguantable, embrollador y victimista con el que por razones desconocidas uno acaba empatizando. Tramas secundarias, decíamos antes del inciso, que acaban uniéndose en un desenlace digno de una gran novela. Y es que, aunque con la intención de hacer reír, la de Toole es una gran novela; no solo por su estructura, también por sus personajes (no solo Ignatius). Personajes secundarios pero memorables, muy diferentes entre sí pero divertidos todos ellos, y que constituyen otro de los motivos por los que esta novela aventaja a otras obras cómicas. Es por eso, tal y como se pone en relieve en el prólogo escrito por Walter Percy, que no estamos ante una mera comedia. Sería más justo definirla como una gran novela en clave de humor y un trasfondo difícil de definir, pero que emociona tanto como novelas más solemnes. En efecto, desconozco el qué, pero hay algo que convierte en indispensable esta novela tan original. Seguramente cada uno encuentre sus propios motivos.
hace 6 años