La chica de la niebla de Donato Carrisi comienza con la desaparición de una joven. Una adolescente modélica que al parecer no se ha ido de casa de forma voluntaria. La policía local no tiene pistas ni gran experiencia en la búsqueda de desaparecidos, por lo que la llegada de un afamado investigador hará creer a los habitantes del pueblo que hay posibilidades de encontrar a la joven. A priori parece un argumento bastante habitual en la novela negra, ¿verdad? Pues no os dejéis llevar por las apariencias… El argumento está centrado en la “trastienda” de la investigación… En la parte que no vemos en el continuo bombardeo informativo: qué apoyo estaba recibiendo la familia, cómo cambian las reacciones de los vecinos y amigos cuando llega la prensa, las verdaderas razones por las que los periodistas llegan al lugar del crimen, tácticas policiales que a veces no son lo que parecen… El autor juega constantemente con el lector y hay una pregunta que se repite subliminalmente a lo largo de todo el libro: ¿quién te importa más: la víctima o el asesino? ¿Es importante que aparezca la niña? ¿O sólo ser el centro de los focos? Asociamos los asesinos a monstruos sin corazón ni alma. Pero en la mayoría de las ocasiones son personas que conocemos. Un vecino del barrio que lleva una vida anodina y que de repente acapara portadas de prensa, cabeceras de telediario… Hay lobos con piel de cordero entre nosotros. El libro empieza de forma pausada describiendo el pueblo, los habitantes, la convivencia… El ritmo va in crescendo con la llegada del afamado inspector hasta que el autor desvela su jugada maestra: has caído en la trampa. Quizá hasta más de una vez… Un libro maquiavélico, lleno de giros argumentales que te harán preguntarte una y otra vez si por fin has descubierto quién se oculta tras la niebla. (Ana García, 8 de junio de 2017)
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