Kristel Hamilton conoce al juez Richards gracias a su trabajo como bibliotecaria del club Enigma y, aunque los dos se sienten mutuamente atraídos, está decidida a no caer en el encanto del famoso vampiro. Por eso rechaza su invitación para conocerse mejor, pensando que esa negativa será suficiente para no volver a verlo, pero no cuenta con la insistencia del juez que ha encontrado lo único con lo que puede tentarla: unos pergaminos escritos en el idioma antiguo y desaparecidos varios siglos atrás. Ella es uno de los pocos eruditos capaces de traducirlos a la lengua actual, pero tiene que viajar hasta Cork, donde vive Kirby, si quiere examinarlos. No imagina que esta aventura va a cambiar su vida en más de un sentido.