Tengo sentimientos encontrados con este libro, una cara y una cruz. La cara: Me ha gustado mucho como los negros nacidos ya en América saben hablar perfectamente el idioma, pero delante de los blancos tienen que seguir hablando la jerga que hablaban sus abuelos cuando empezaron a hablar el idioma y dejar de hablar el suyo cuando fueron capturados. Y todo tiene un motivo, los blancos no deben saber que ellos saben, que son inteligentes tanto como ellos, que han aprendido a leer y a escribir de forma autodidacta. Este Jim, el esclavo compañero, amigo, y protector del niño Huckleberry Finn ha tenido oportunidad de leer a grandes escritores, camuflando libros de su amo el juez, y reúne niños esclavos a escondidas para enseñarles a hablar en jerga y a dar a entender cosas importantes a los blancos, de tal forma que los blancos piensen que la idea ha salido de ellos. Me ha gustado el punto de vista de las aventuras de Huckleberry sabiendo lo que piensa Jim y lo que hace con y por el niño. También saber a qué se dedicaba cuando no estaba con el niño. La cruz: siempre consideré que el poder de su amistad era más fuerte que sus ansias de libertad, que era buena persona, ingenioso, decidido, honesto, cariñoso y protector del niño, y en este libro en la tercera parte se destapa un Jim con violencia, con ira, y con lazos con Huck hasta entonces impensables y eso me ha dejado un poco decepcionada, no porque no sea sumiso, ¡NO!, derecho tienen de revelarse, sino porque el personaje Jim de Twain era bondadoso a pesar de sus horribles circunstancias, y James de Everett se convierte en un personaje violento. Me ha encantado a pesar de la cruz, y lo volvería a leer.
hace 4 meses
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