Esperaba mucho más. Alejandro Zambra tiene una prosa sencilla, hechizante y bien cuidada, pero adolece de lo más fundamental: Saber transformar sus anécdotas e historias en algo global y poderoso que ofrezca entidad. Pasa muy de puntillas sobre los temas escabrosos; no vale sólo con meter los pies un poco para que se nos refresquen en la orilla. Para mí, su remembranza del Chile actual y de la década de los 80, se queda bastante corta. Dicen que "el que no arriesga no cruza la mar". Este dicho podía ser muy aplicable para esta novela. Irregular.
hace 8 años