Año 64 d.C. Roma arde en llamas. Cuando Nerón acusa a los cristianos del incendio y se desatan las persecuciones, Marco Julio Severo, prefecto de vigiles - el cuerpo de policía y bomberos de la ciudad- escribe a Pablo de Tarso, con quien había hecho amistad años antes, informándole de la situación. Éste se apresura a regresar a Roma, en donde es capturado. Con el deseo de alejarse de las tensiones en el seno de su matrimonio con Livia y el pretexto de preparar un informe sobre el reo, Julio se sumerge de lleno -a través de los escritos de su amigo el evangelista Lucas y de las cartas del propio Pablo- en la vida del apóstol, sus años como perseguidor de los seguidores de Jesús, su conversión camino de Damasco y, a partir de ahí, sus continuos viajes para expandir la doctrina de Cristo entre judíos y gentiles, con todos los problemas que ello le acarrea y que le conducirán irremediablemente a la muerte.