Damos por descontadas las características de la sociedad moderna, desde los viajes en avión y las telecomunicaciones a la alfabetización y la obesidad. Sin embargo, durante la casi totalidad de los seis millones de años de su existencia, la humanidad se las ha arreglado sin esta clase de adelantos. Aunque la brecha que nos separa de nuestros ancestros primitivos parece inabarcable, podemos examinar parte de nuestra antigua forma de vida en ciertas sociedades tradicionales que todavía hoy existen o han existían hasta hace poco. Sociedades como las del altiplano de Nueva Guinea nos recuerdan que fue solo ayer (en términos evolutivos) cuando todo cambió y que aún poseemos cuerpos y costumbres sociales mejor adaptadas a las condiciones tradicionales que a las modernas.