De sobra nos son conocidos algunos de los componentes más famosos de la alta perfumería: sándalo, bergamota, pachulí, rosa, violeta… Y lo más curioso y más hermoso a la vez es que, por muchos años que pasen, la fragancia de una persona puede olvidarse y reconocerse en el tiempo. Olvidamos y recordamos. El perfume es algo tan personal y maravillosamente especial que puede ocupar cientos de páginas de una novela, y el protagonista de esta obra es capaz de introducirnos en su fabricación y su historia como si realmente estuviéramos destilando las distintas esencias que formaron parte del exquisito Chanel nº 5. Pablo Soto, con tan solo diez años, queda huérfano de padre y madre y debe hacer el camino que separa la Barcelona de principios de siglo XX hasta el desconocido París, donde residen los orígenes de su familia materna. Allí descubre lo que es tener una familia que lo acoge abiertamente, amistades que perdurarán a lo largo de los años y que empañarán algunas páginas de su historia, y lo que es el amor juvenil, el cual dejará una profunda marca en su alma. Todas estas etapas en su vida, y especialmente la asistencia al nacimiento de Chanel nº5 en los laboratorios de su maestro, le conducirán a través de una gran trayectoria como perfumista durante los locos años veinte, los de la Primera Guerra Mundial en la Francia ocupada y la terrible posguerra en España. Con un argumento ambicioso y un detallado estudio en la técnica y la historia de la perfumería, Núria Pradas hace gala de una narrativa sencilla y con una estructura en capítulos breves y concisos que aceleran su lectura. Asimismo, las descripciones de los personajes sin grandes florituras pero con una gran fuerza narrativa, transportan fácilmente al lector a los distintos escenarios con el correspondiente choque cultural de aquella época. Aunque seguramente el lector pueda echar en falta algún capítulo más dedicado a la deliciosa elaboración de Chanel nº5 y su carismática creadora, la autora puede quedar perdonada gracias a la ingeniosa respuesta que nos da a el porqué de su nombre y a la elegante moraleja de qué es lo que perdura en el tiempo además del perfume. (Diana Arrufat Horcajuelo, 12 de noviembre de 2018)
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