Resumen

Decir deseo, el texto de Pedro Antonio Curto ganador del III Premio Incontinentes de Novela Erótica, es una obra cargada de erotismo pero, sobre todo un tratado sobre la mirada. Esta novela, hija de Bataille, de Schnitzler y de Junichiro Tanizaki, es un excelente tratado del alma humana. Como afirma Antonio Gómez Rufo en el prólogo, es mucho más que vouyerismo: «si algo puede afrimarse de Decir deseo es que estamos ante verdadera literatura, ante una novela que, de clasificarse en un género concreto, estaríamos minusvalorándola». Cuando dos perdedores se encuentran y practican sexo como un alarido final, como si no hubiera un mañana, como la estación-destino, en esas horas de pasión y melancolía surgen toda clase de sensaciones físicas y psicológicas. Un minero desahuciado y una joven prostituta extranjera hacen un acto de amor en un lugar abandonado y los vemos y comprendemos a través de los ojos de un voyeur. De esa conjunción florecen unas horas de amor que valen por una vida entera. Es la confrontación entre Tanatos y Eros, la narración es erótica y conmovedora. Así es la novela de Curto y así es como su lectura desencadena un universo de placeres. Asegura Gómez Rufo sobre esta obra que «es difícil encontrar una historia igual en la literatura actual». Y es verdad.

1 Críticas de los lectores

Con este relato breve que no llega a las cien páginas, su autor ganó el Premio Incontinentes de Novela Erótica, aunque el texto no se puede englobar únicamente dentro de ese género, sino que va mucho más allá del propio componente erótico del argumento.
El escenario en el que se desarrolla la historia es una casa situada en la falda de una montaña de un pueblo minero. Allí llega, una tarde lluviosa, una mujer a la que un hombre está esperando. El narrador observa a la pareja desde el exterior, por una ventana, y cuenta cómo se desarrolla su encuentro físico y sexual. Gracias a ese observador, que mira, escucha e interpreta lo que pasa dentro de la casa, profundizamos en los personajes, sobre todo en el hombre, su enfermedad, su pasado, otra presencia femenina que se percibe en la casa…
Es una historia tierna e intimista, de sentimientos y percepciones, lenta, poética y muy descriptiva, aunque a veces cae demasiado en la repetición de los mismos temas. Es interesante el papel del narrador, cómo a través de su mirada y lo que imagina se introduce en la intimidad de los personajes y se hace cómplice de deseos y placeres. (Esther Rodríguez, 7 de octubre de 2014)

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