Los trece relatos de este libro son pequeños viajes transgresores que caminan por la piel y se trasladan a través de los sentidos. En ellos se encuentran vivencias sexuales como crisoles por los que deambulan personajes que pueden en algún caso parecer extraños, pero no es difícil encontrar en ellos algo de nosotros mismos. Más que del hedonismo, son hijos de la búsqueda, de esos deseos que son incapaces de casarse con nadie, pues ante todo, son libres. Es un erotismo que se adentra en nuestros campos oscuros y trata de iluminarlos, un profundizar en nuestro cuerpo y nuestro ser, en sus pasiones, para así poder conocernos y conocer al otro un poco mejor. En las páginas de Los viajes de eros, se muestra la cortina rasgada de una cueva intima donde ver los rostros enigmáticos y a la vez conocidos, del placer y el dolor.