Después de diez años en la revolución sandinista, Martín Amador regresa a Costa Rica para aclarar la noticia del asesinato su hijo, junto a otros seis jóvenes, en la Cruz de la Alajuelita. Su viaje, sobrecogedor y alucinante, por barrios, calles y locales nocturnos de San José es un descenso a los infiernos de la violencia, la decadencia y la miseria moral, donde sólo unos pocos resisten.