Existe una frase donde dice que la perfección no existe y esta vez la confirmo sin lugar a dudas, puesto que sin mayor preámbulo, este octavo volumen perteneciente a la saga de Caballo de Troya es quizá por el momento el tomo más flojo de la serie de libros sobre el Nazareno. No termina uno de conectar con los personajes aparecidos en la trama, una cuestión que es todo lo opuesta en los demás libros de esa misma línea de narración. Lo que se narra en esta ocasión es el bautismo de Jesús por lo que hay bastante información a manera de complemento con relación a lo que es el inicio de la vida pública de Jesús representada con la difusión de la palabra que propagó insistentemente Juan el Bautista, un hombre, que de acuerdo al autor, padecía de enfermedad mental. También en gran medida se discute sobre lo conocido en la religión católica donde se afirma que Juan había bautizado a Jesús en el Jordán. El problema en esta entrega es que se empeña más el autor en mostrar datos y conocimientos que en conjugarlos para la confección de su novela. No cuentan, como se señaló con anterioridad, con la necesaria profundización de los personajes que intervienen, estos se muestran planos y no están trabajados. Ojalá sea un pequeño desvío en el camino y pronto sea retomado con eficacia en el siguiente volumen haciendo a un lado el disgusto que uno se llevó sin esperarlo puesto que la pluma de Benítez es una gran promesa en la literatura.
hace 3 meses
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