Entre los años 50 y 90, la ciudad minera de Pyramiden era el mejor lugar de la Unión Soviética para vivir. Situada en Svalbard, islas de soberanía noruega, esta ciudad es hoy un fantasma de la industria que pierde la batalla contra la naturaleza en mitad de una de las regiones más hostiles del planeta. Grandes avenidas, teatros, centros culturales, polideportivos, un hotel de lujo, invernaderos para el cultivo de verduras, el hospital más moderno y mejor equipado de la URSS, agonizan en mitad del hielo y el abandono, testigos de que la utopía comunista, tal vez, pudo haber sido posible.
«Desgraciadamente, en Suecia no tenemos a nadie que se parezca a Fløgstad. Es un recurso nacional noruego y sólo podemos lamentar que ellos sean los únicos en tenerlo». Lars-Olof Franzén, crítico sueco