Un espectro sin nombre persigue a las víctimas perdidas de Seúl, a las que sugiere el suicidio como único consuelo. Bajo las luces de neón de la ciudad, dos hermanos, C y K, se enamoran de la misma mujer. A medida que sus caminos se cruzan, unos a otros se desgarran mientras luchan por encontrarse en un mundo atomizado y acelerado. Con un estilo cercano a la ensoñación que contrasta con vívidas imágenes de potencia cinematográfica, Tengo derecho a destruirme es una oscura parábola de la vida urbana contemporánea oriental. Al igual que Ryu Murakami y Bret Easton Ellis, Kim Young-Ha disecciona el desencanto de la juventud de su país, que a su manera combate el tedio existencial. Coches lanzados a toda velocidad por las autopistas, sexo desesperado, la internacionalización del mundo del arte y su creciente frivolidad se conjugan en este libro de culto de la literatura coreana contemporánea.