Macario e Ismael, los protagonistas de La noche del lobo, se han lastimado el tobillo y yacen inmovilizados en un camino solitario, a pocos metros el uno del otro. Es de noche y ni siquiera pueden verse las caras, pero dialogan en espera de alguien que los saque del apuro. Una atmósfera minimalista lo domina todo: la luna llena, que aparece y desaparece entre la niebla, un cuervo que los protagonistas suponen enamorado y unos grillos que cantan. La luna ejerce sobre Macario un extraño influjo que le excita sexualmente y le obliga a fantasear con la idea de convertirse en hombre lobo. Un texto divertidísimo, cargado de ironía y poesía, donde aparecen diálogos tan absurdos como sabios, tan paradójicos como evidentes, tan rutinarios como simbólicos.