Las andanzas de Kapuscinski por Polonia fructificarían en 1962 con la publicación de este libro, escrito entre viaje y viaje africano. Los reportajes se habían convertido en asignatura obligatoria para las plumas más destacadas del país, y en medio de lo que se llamó "literatura de los hechos", el delgado volumen de un debutante suscitó el interés del público y de la crítica que destacó la manera novedosa, sumamente original, de concebir el reportaje, convertido en literatura con mayúsculas.