Emma Cruz llega a Merlo para trabajar como profesora en la facultad de Derecho. Ha escogido el pequeño pueblo gallego para alejarse de su vida anterior y olvidar un amor imposible que lleva años destrozándola.
Su llegada a Merlo coincide con el vigésimo quinto aniversario de la desaparición de las hermanas Giraud, dos niñas pequeñas a las que sus padres siguen llorando desconsoladamente.
Emma decide investigar por su cuenta y descubre que todos sus vecinos guardan secretos tan oscuros y densos como la niebla que cubre Merlo desde la tragedia.
Infamia, de Ledicia Costas, es una novela que trata temas que, desgraciadamente, copan titulares de periódicos cada día: abusos sexuales del clero, pedofilia, homofobia o corrupción. Pero lo hace sin caer en el morbo, dando las descripciones necesarias para la historia y dejando que sea el lector quien lea entre líneas lo que ella nos quiere contar.
Es precisamente la forma en la que está contada la historia lo que cala hondo. El dolor y la maldad de cada uno de los personajes traspasan el papel y te golpean, consiguiendo que de vez en cuando tengas que tomarte un respiro porque a veces se dice más con lo que se calla que con lo que se cuenta.
La trama es muy buena, pero lo que más me ha llegado han sido los personajes. La sensibilidad de Lucas, el dolor de Salva y el miedo de Noel complementan la tragedia personal de Emma. Todos ellos han aprendido a convivir con los fantasmas que les acosan noche tras noche.
La única pega que le pongo al libro es que tiene un final excesivamente abierto. Cortar la historia de manera tan abrupta y sin avisar de que la historia forma parte de una saga, no ha sido una buena idea.
Una novela que denuncia que la justicia sigue siendo ciega y sorda cuando el dinero y el poder la manejan a su antojo; y que invita a reflexionar sobre cómo una víctima puede transformarse en verdugo si no recibe la ayuda adecuada. (Ana García, 7 de enero de 2020)