Los dramas en Chejov se ciñen a lo cotidiano, no han de ser situaciones extrañas, rebuscadas, es suficiente encontrar cualquier situación posible en discurrir de la vida para poder dramatizar y escenificar, arrancarle la parte literaria que siempre tiene la vida, esa susodicha situación. Retrato vivo de la decadencia de cierta parte de la aristocracia rusa prerevolucionaria, El jardín de los cerezos, dibuja con nitidez la reticencia a abandonar privilegios que les son como inherentes, innato. Entretenida y formativa.
hace 11 años