En el verano de 1879, Robert Louis Stevenson se subió a un barco de emigrantes para hacer la travesía Glasgow– Nueva York. Stevenson quería casarse con una mujer americana separada y con dos hijos, así que fue desheredado por su padre –un severo y respetable abogado escocés– y tuvo que hacer el viaje en la segunda cubierta, que era lo mismo que la tercera clase de los emigrantes desesperados, sólo que con la relativa comodidad de disponer de una mesa y una vajilla de loza. En este viaje en un barco cargado de emigrantes, Stevenson trató por primera vez a los trabajadores arruinados que buscaban una vida mejor en América, así como a los polizones que viajaban a escondidas y a los embaucadores que intentaban aprovecharse de los incautos. Esta experiencia cambió por completo su visión de la vida y le permitió encontrar algunos de los modelos que años más tarde acabarían inspirándole El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde.