Según palabras del propio Borges, Vidas imaginarias (1896) fue el punto de partida para su obra narrativa. De hecho, los relatos de Historia universal de la infamia (1935) constituyen en cierto modo un magistral homenaje a la obra cumbre de Marcel Schinwob, al que Edmond de Goncourt no dudó en calificar como «el más maravilloso resucitador del pasado».