El narrador de Una oportunidad está embrujado. Cuando quiere hacer ciertas cosas, el embrujo se lo impide; no todas las cosas, pero sí acciones contundentes y resolutivas, como por ejemplo buscar a una bruja que le ayude a solucionar su problema. En su bolsillo guarda un papel con los teléfonos de tres brujas que podrían deshacer el maleficio: «Una es como las de antes, otra es moderna y la otra tiene sus propios métodos». Pero ¿a cuál de las tres llamar? Entre copas de vino, viajes, periodistas, fantasmas e interrogatorios, el narrador, autorreflexivo e indisciplinado, se afana en contar su experiencia para encontrar un sentido que se le escapa.