Nick Mason acude a la cárcel con un grupo de periodistas para presenciar una ejecución. A él le toca escuchar las últimas palabras que el condenado pronuncia: «Se equivocaron de hombre -dijo con voz no del todo segura-. Yo no lo hice». Y a continuación le susurra el nombre del asesino. A partir de ese momento, nada conseguirá apartarle del caso.