Janice nunca fue una belleza, y lo sabe. Pero sí ama las causas justas, y tanto se empeña en ellas que, en el Nueva York de los años treinta y cuarenta, se casa, llena de admiración, con Sam, un hombre políticamente comprometido con la izquierda radical. Pero los avatares de la política en esos años de guerra crean contradicciones ante las que Sam reacciona más como un obediente servidor de su ideología que como el brillante intelectual que ella veía en él. Y Janice deja de admirar a su marido, incluso cuando éste se alista en el ejército aliado, y cae en la cuenta de que, en realidad, Sam entró en su vida porque ella jamás se había valorado a sí misma. Cuando vuelve Sam, la distancia entre los dos parece ya irreparable… ¿Podrá Janice ser feliz algún día? Miller en todo caso sugiere una fórmula: «Tomar lo que se nos ofrece, pedirlo si no se nos ofrece, y nunca lamentar nada».