Contiene tres relatos largos, hasta ahora inéditos en español. Si bien estas narraciones se sitúan en lugares y épocas diversos, guardan en común una característica identificable en toda la obra de Rezzori: una gran capacidad para plasmar y fijar los instantes decisivos que definen la existencia de sus personajes y de las sociedades que habitan. Cuando un joven aristócrata de las postrimerías del imperio austrohúngaro se enfrenta a un cisne feroz que asesina a todas las aves de sus dominios, lo hace para preservar su estatuto señorial ante los campesinos —y también para impresionar a la hermana que desata todo tipo de pasiones incestuosas—. Con gran maestría, Rezzori hace confluir el paso a la edad adulta con el ocaso de una época cuya solemnidad se muestra ya ridícula, como si estuviera a la espera de que la historia llegara para arrasarla de una vez por todas. En el cuento que da título a este volumen encontramos a un tallador de esculturas de la Virgen que lleva una vida de ermitaño al borde de un vertiginoso acantilado. Con un tono narrativo que mezcla el relato policíaco con la angustia existencial que entraña la creación artística, y que combina lo erótico con lo grotesco, cierto humor negro con una sugerente atmósfera onírica, el escultor pasa sus días atormentándose con el recuerdo de una pintora brutalmente asesinada, y se debate entre sus vanos esfuerzos por encontrar al culpable del crimen o seguir manteniendo sus discusiones mentales con la difunta, a quien intenta convencer, incluso más allá de la tumba, del valor artístico de sus tallas. En la historia que cierra el libro, el hijo de un militar y una reputada diseñadora italiana, acostumbrado al lujo y a la disipación, y que vive bajo el ala materna, conocerá a una joven radical de izquierdas que provocará un vuelco en su existencia, con consecuencias imprevistas. Estos cuentos pueden leerse como distintas señales de autodesprecio de sociedades e individuos que se sienten en falta frente a su propio destino y que inevitablemente se sumen en un agujero más profundo conforme buscan la salida. Con su escritura elegante y precisa, Rezzori hace estallar frente a nuestros ojos mundos enteros que de pronto se tornan antiguos, dejando a sus lectores la tarea de recoger los hermosos fragmentos que consignan el tránsito entre épocas.