«La Habana es muy habladora. Habla todo el tiempo, pero tiene una forma de hablar que no tiene ninguna otra ciudad en el mundo. Habla de lado, como si no hablara. Larga el rumor contra las paredes, lo hace subir y bajar por las calles y cuando viene a morir en la boca de las amas de casa ya está constatado que es mentira, aunque nadie va a quitarle importancia al embuste. ¿Cuántas veces ha matado el rumor de La Habana vocinglera a Fidel Castro? Cientos de veces.»
Walter Cepeda, coronel retirado de la Seguridad del Estado, recibe una llamada telefónica de su hija exiliada en Barcelona que le anuncia la muerte de Fidel Castro. Revolucionario convencido, Walter pertenece a un mundo que se está desmoronando desde hace tiempo, que ha abandonado todo idealismo para caer en la pobreza, el aislamiento y la corrupción. La noticia desata en él un torrente de recuerdos. A oscuras, en la más grande soledad y con la banda sonora enloquecedora de los ladridos de una perra llamada María Callas, el viejo coronel hace balance de los sueños y los fracasos propios y ajenos hasta componer el epitafio de una época heroica y definitivamente perdida.