“Panza de burro” narra la amistad entre dos niñas de unos diez años. Isora y la narradora, de la que nunca se dice el nombre, pero a la que Isora llama con el apodo “shit”, son íntimas amigas. Isora es más precoz, siempre sabe de todo, es la que lleva la voz cantante, muy “echadita palante”, como se dice en el libro; su amiga, más inocente, la admira con devoción y a veces también la envidia.
Se describe el día a día, durante las vacaciones de verano, de estas dos preadolescentes cuya eterna aspiración es ir a la playa. Ambientada en un barrio rural y humilde en lo alto de un monte en Tenerife, su realidad social desmitifica la imagen turística y paradisíaca que da la isla de cara al exterior.
En esa cotidianidad que viven las protagonistas a veces pueden parecer brutas o crueles, e incomodar o incluso escandalizar al lector, aunque no dejan de mostrar una realidad infantil de la que no se suele hablar abiertamente, y es que en esta obra se habla sin tapujos de todo tipo de temas, bulimia, menstruación, juegos infantiles, descubrimiento de la sexualidad y muchos otros.
Otra de las peculiaridades del libro es el lenguaje coloquial que se usa, el habla canaria autóctona de la zona, que personalmente no me ha costado entender y que, sin duda, da singularidad al texto.
Sin llegar a las doscientas páginas, es una novela intensa y brutal, original en su lenguaje y con una narradora en primera persona que la hace muy cercana. En mi opinión, no deja de ser una bonita historia de amistad infantil. Me ha gustado y la recomiendo en general, aunque puede que su parte más “transgresora” no sea del agrado de todos los lectores.
hace 2 años
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