Alicia es una mujer casada y que aparentemente, tiene toda su vida bajo control, o al menos, eso cree ella. Un día recibe una carta de despedida de la que fue su mejor amiga desde la adolescencia y la persona que mejor la conoce. En ella, a titulo póstumo, le pide que cumpla con una promesa: que viaje a Irlanda para vivir durante una temporada, un sueño que Alicia vio truncado de joven, cuando su padre enfermó y no pudo realizar ese viaje. Dejando en su país a su madre, su marido y a su pequeña hija, Alicia, ahora Alice, acaba trabajando como camarera en una pequeña taberna, en tierras escocesas. Al principio todo le sale mal, pero ante todo está dispuesta a cumplir con su promesa, cueste lo que cueste. Alasdair, su jefe, un pelirrojo y atractivo hombre de negocios, será una de las personas más determinantes en su aventura por esas tierras. Ambos se sienten terriblemente atraídos, pero a pesar de lo que sienten, ninguno de los dos puede olvidar que Alice es una mujer casada y que el amor entre ellos es imposible. Lo que me queda claro con este segundo libro de Caroline March es que es una escritora a la que le gustan los retos. Si ya de por sí es difícil crear una historia de amor que parte desde cero, idear un romance con una protagonista con las características de Alice es sin duda una apuesta muy arriesgada y sin embargo, ha superado todas mis expectativas. La historia es preciosa, muy dulce y a pesar de la tristeza del comienzo, no es nada melodramática sino más bien todo lo contrario: es una historia muy divertida gracias a las contínuas meteduras de pata de Alicia, que parece que tiene un don para meterse en problemas, y al tira y afloja que se traen los protagonistas al principio, cuando no se soportan. La ambientación es simplemente perfecta y los personajes secundarios también aportan su pequeño granito de arena para hacer de este libro una historia deliciosa de la que resulta difícil aparcar su lectura, a pesar de su extensión. Una historia brillante, que os recomiendo leer, sin duda.
hace 6 años