La vertiginosa rapidez con la que una apacible reunión de jóvenes se transformó en un cruel aquelarre había dado sustancia para un río de reflexiones por parte de Martín; un río, exactamente un río: reflexiones que habían ido variando según la edad de la misma forma en la que un caudal circula entre paisajes de llano y de montaña, y cambia con ellos. La novela de José María Ridao es un viaje a través de la memoria de sus protagonistas, un viaje a la infancia, un viaje al recuerdo de amistades y amores diluidos en el tiempo, difuminados como ese perfil de la costa africana que se adivina tras la calima desde la terraza en el bar de un puerto.