Cómo contraponer las personalidades de Charles y Emma. Cómo juzgar al uno sin el otro, cómo decidir quién es el bueno y quién el malo, si es que se puede hablar en términos tan absolutos. Considerada como una novela de corte romántico, germen del naturalismo y el realismo en cuanto al estilo y las técnicas narrativas, no carece por ello de cierta introspección en los personajes por parte del autor, no siempre tan objetivo como estos géneros pretenden.
Leí esta novela después de iniciarme en la primera parte de la vasta En busca del tiempo perdido y el contrapunto entre ambos estilos fue aún mayor. Tras lo exigente de la obra magna de Proust, las páginas de Madame Bovary se dejaban caer como las hojas en otoño. Al final, eminentemente romántico, se llega sin esfuerzos, más allá de la rabia contenida y la mala leche que se va acumulando, al menos en mi caso, contra la muy querida por algunos, Madame Bovary. ¿Podría decirse que lo mediocre y simple de Charles, que su falta de ambición, llevan a su mujer a convertirse en la malograda harpía carente de moral que no encuentra otra salida que recurrir al arsénico?
Volviendo a los términos absolutos, Charles es un bobalicón que no le presta a su mujer la atención que merece, pero que no contiene una sola gota de maldad, al menos no causa el mal conscientemente. En cambio Emma, va evolucionando desde una hipócrita resignación cristiana a la más absoluta inmoralidad y desvergüenza, ¿a causa del caso omiso de su marido? Lo dudo. ¿Habría actuado de otra manera de ser Charles un esposo atento y dedicado? De nuevo, permítanme dudarlo. Su ambición desmedida y su ansia de notoriedad no la habrían llevado por otros caminos aunque Charles se hubiera volcado en su felicidad. Para algunos, arquetipo de heroína romántica, ejemplo para la liberación femenina y germen del feminismo, esta señora no deja de volcar sus frustraciones hacia su marido, queriendo convertirlo en lo que no es, puesto que nunca le quiso, llevándole a cometer errores horribles, en busca de su fama como médico.
La crítica de Flaubert a la sociedad de su época es manifiesta desde la primera página, aunque su punto álgido lo adquiere en el momento en que Charles elige a su mujer por su belleza y únicamente le interesa para exhibirla como trofeo, como delicado ornamento, y está presente en el comerciante que engaña a Emma, en la mezquindad del farmacéutico, etc. hasta, por qué no, la egolatría de Emma, que le importa un rábano su hija o arruinar a su familia a cambio de su ostentación. Un clásico de la literatura que nos plantea las relaciones entre hombre y mujer desde lo que parece un amor incipiente al puro egoísmo como forma de amar y destruir al otro.
hace 10 años
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