«En la sociedad actual, una mujer no puede ser ella misma», escribió Henrik Ibsen en 1878. Las cosas han evolucionado, pero no lo suficiente. Casi ciento cincuenta años más tarde, una joven actriz sabe cambiar de cara y de voz pero siente que no puede ser ella misma. Quiere que la miren porque le parece que no es nada sin la mirada ajena, que ser actriz es la única forma de ser mujer que hay a su alcance, que el mundo la impulsa a vaciar lo de dentro y volcarse hacia fuera, hacia el placer y el deseo del otro. Cuando entra en una escuela de arte dramático, conoce a un profesor muy particular cuyas clases de historia del teatro la ayudan a reinterpretar su propia historia y a entender mejor su identidad.