La obra de Colette, de tanta relevancia duarnte la primera mitad de siglo, está siendo objeto —tras la obligada cuota de purgatorio que, al parecer, deben atravesar los más grandes escritores— de una creciente revalorización internacional. Su exigencia, su concisión y limpidez, su sensualismo, así como su independencia de criterio y su rechazo de los convencionalismos sociales, convierten a Colette, simultáneamente, como señaló el extraordinario crítico francés de entreguerras Ramon Fernandez, en «un miembro de la familia de los francotiradores y un miembro de la familia de los grandes clásicos». Aunque Colette sea más conocida por sus novelas —desde la primeriza serie de las Claudine hasta La vagabonde, Mitsou, Chéri, Duo, Le pur et l'impur, por citar algunas de sus obras maestras—, no poco estudiosos de su obra, como Germaine Beaumont y Pierre-Henri Simon, por ejemplo, opinan que quizá sea en los cuentos donde su arte alcanza su extrema perfección. La mujer oculta fue publicado en 1924, en plena madurez creadora; significativamente, es el primer libro que la autora firmó con el escueto nombre de Colette (hasta entonces, Colette Willy).
Los cuentos de este volumen giran, por lo general, en torno a sus temas predilectos: el amor, los celos, la infidelidad, la fatiga de amar, la independencia de la mujer, su soledad... Y aunque el amor haya inspirado a Colette páginas admirables, ello no excluye una ácida visión de las relaciones sentimentales —recordemos algunas de las frases de este libro: «ese calabozo que se llama la vida a dos», «el moho de la vida conyugal»— que sobresaltó a menudo, como otros aspectos de su vida, las costumbres de su época. (Por citar algun ejemplo: el periódico Le Matin, del que era directora literaria, rechazó alguno de estos cuentos para no herir la sensibilidad de los lectores). Podría afirmarse que La mujer oculta ilustra perfectamente el juicio de Ramon Fernandez sobre la obra de Colette: «un retrato de nuestra época, despojado de pompa y de artificio, una especie de materialismo sensualista que reduce las pretensiones sentimentales a su verdad».