La larga marcha es, al mismo tiempo, un relato político y económico, un ensayo hemerográfico, un documento sociológico, una crónica periodística, un testimonio; pero su autor desea que se lea, ante todo, como «una mirada al servicio de la memoria y, con toda humildad, también de la historia de este último medio siglo que ha sido para buena parte de las distintas generaciones de ciudadanos españoles una suerte de utopía factible: Europa».