«A lo largo de su historia Venecia ha sido codiciada por muchas miradas. La extravagante fisonomía de la ciudad, construida sobre un elemento inhabitable como el agua, su fragmentación en numerosas islas, las toneladas de arte que encierra dentro y fuera de los muros de sus edificios, son algunos de los rasgos que atraen al visitante que acude a ella confiado en que no le defraudará. También algunos escritores la han imaginado como escenario para sus obras.» En un detallado recorrido por los recovecos de El mercader de Venecia y La muerte en Venecia, Jaime Fernández desentraña no sólo los paralelismos entre las obras de William Shakespeare y Thomas Mann, sino sus claves menos visibles, que contradicen en parte las tesis postuladas en ellas.