Los temas bíblicos de la creación del mundo y del hombre obsesionaron a Mark Twain (1835-1910) durante toda su vida de escritor. Es constante la referencia en sus relatos, cartas y anotaciones a trabajos que estaba desarrollando, o proyectos que planeaba, con la intención de reunirlos en una magna obra dedicada a los escritos bíblicos.