Es una obra entretenida, muy bien ambientada en un contexto histórico que respeta sin que los personajes ficticios alteren el transcurso del mismo. Al principio la acumulación de personajes y las relaciones entre ellos hacen un tanto compleja la lectura. Tampoco ayuda la excesiva proliferación de términos maoríes, está bien introducir algunos, ya que se emplean a lo largo de toda lo obra y llegan a ser imprescindibles, pero en varios momentos su uso es abusivo y solo dificulta la lectura. Sorprende el sadismo con que parece disfrutar la autora describiendo las salvajes violaciones que los maoríes infringen a la adolescente protagonista, hasta provocarle un complejo trauma psicológico. Algo totalmente innecesario, ya que no tiene nada de histórico y no resulta realmente creíble, con lo que es un elemento que daña el conjunto de la obra y le resta valor. Imagino que la autora busca lo que todos los escritores del momento, una buena dosis de morbo y de sensacionalismo para vender más. Una pena. El maniqueísmo campa a sus anchas con un par de personajes malvados, típicos también de la novela actual. El final, en el que todo se reconduce y absolutamente todos los protagonistas acaban felices y comiendo perdices y los malos son castigados es un tanto ridículo por su exagerado buenismo. En fin, salvo esos defectos aludidos, es una obra interesante y amena que da a conocer un período de la historia de Nueva Zelanda, de mediados del siglo XIX.
hace 1 año