Cuando un audaz salteador de caminos atacó su carruaje, el marqués de Bathurst se propuso localizar al ladrón de inolvidables ojos verdes aunque fuese lo último que hiciera. De todos era conocida la reputación de algunos nobles de Londres, de modo que cuando Gabriel Bathurst tomó entre sus brazos a Olivia Fairfax en un baile de sociedad, ella se percató de inmediato de que sus intenciones no eran en absoluto honorables. Pero ¿buscaba él una amante o a la ladrona que se había atrevido a robarle a punta de pistola?