Después del desastre de Baïgora, en que muere Aditchka, y que Wiazemsky narra en El libro de los destinos los Belgorodsky se ven obligados a trasladarse a Yalta, en tiempos un lugar de veraneo para las familias adineradas de toda Rusia. Allí, entre sus cuñadas Xénia y Olga, los hijos de ellas y su hermana Tatiana revivirán los mejores días de vacaciones donde todavía hay lugar para el lujo y la comida no escasea. Sin embargo, el triunfo de la Revolución no tardará en suceder y una vez más la familia se verá obligada a huir.