GUSTARÁ: A aquellos que creen que hay autores españoles capaces de urdir tramas con elementos fantásticos e históricos contemporáneos sin caer en las reiterativas situaciones de género de la todopoderosa industria anglosajona. NO GUSTARÁ: A los que encorsetan los géneros literarios en compartimentos estancos y les chirrían que los géneros fluctúen entre ellos cual vasos comunicantes. RESEÑA: Cada diecinueve de enero y durante aproximadamente setenta años, entre la medianoche y antes del alba, un hombre con abrigo largo y un bastón de empuñadura dorada dejaba tres rosas y una botella de coñac a la mitad junto a la tumba de Edgar Allan Poe en Baltimore, (EE.UU.). Este ritual duró hasta 2009, coincidiendo con el bicentenario de la muerte del insigne autor norteamericano. Pocos años después, en 2017, Sergio Calle Llorens deposita una botella de brandy al pie de una tumba desconocida del cementerio inglés de Málaga, para brindar y hacernos partícipes de un intrincado crucigrama de misterio natural y sobrenatural. Corre el año 1958. España ha sobrevivido a una guerra civil que ha asolado los corazones de toda la población, y aunque los efectos directos de la guerra van desapareciendo, todavía queda un tirón muy largo hasta la ansiada democracia de finales de los años setenta. Es una época en que los recelos y las envidias aún subyacen entre los vecinos y familiares de cada rincón del país. Los juegos de poder se dirimen desde las lúgubres tascas portuarias hasta los salones enmoquetados de políticos gerifaltes que mueven los hilos en sus despachos. Dirigentes que en la mayoría de las ocasiones han sabido encontrar su lugar en el nuevo régimen franquista para llevar acabo sus peores felonías. En este escenario social que envuelve España encuentra el misterio un resquicio para urdir su estrategia de desasosiego. Es una Málaga mediterránea que huele a bullicio de su puerto, al salitre de sus playas, al ulular de su sierra, al ruido de carruajes sobre un mojado adoquinado nocturno, a la incipiente industria, a música tabernaria, y sobre todo a mar, a mucho mar. En este escenario, un crisol de personajes encuentran las más bajas pasiones humanas aderezadas con los hechos más sobrecogedores del más allá. Sin caer en tópicos de si “se lee de un tirón” o “me atrapó desde la primera página”, sí podemos comentar que el punto fuerte de la novela es la agilidad de la narración, apoyándose mayoritariamente en la acción en varios frentes, en las conversaciones concisas y en el avance del sentido narrativo. Todo ello sin olvidar el contexto histórico de los sucesos y el panorama cultural de la época. El núcleo de esta “Novela Negra”, basada en hechos históricos acontecidos en 1931, es la excusa perfecta para mostrarnos el horror real, (dejando incluso el fantasmagórico en un segundo plano), de la lucha entre hermanos, entre creencias, entre diferentes credos y banderas. Nos muestra la lucha del odio y de la envidia, en una época en la que para sobrevivir había que buscarse la mejor sombra posible, e incluso a veces dicha protección ni siquiera era suficiente. Las traiciones alumbraban en cada esquina desvelando secretos inconfesables y exponiendo a los culpables a los leones de la Brigada Político-Social. La escasa extensión de la obra, cercana a las 300 páginas, no permite que ciertas escenas, personajes y situaciones se amplifiquen como a muchos lectores les gustaría que así fuese. Se echa de menos mayor profundidad en ciertos momentos, no tanto en la explicación de los acontecimientos, que quedan muy bien atados, sino más bien en la exposición descriptiva de ciertos pasajes y escenarios, que podrían dar mucho más de sí. El lector puede caer en ocasiones en cierta desorientación de personajes y relaciones entre los mismos, ya que no se ahonda lo suficientemente en ellos, (al menos en los secundarios). A destacar un epílogo notable, afectivo y poético, con una moraleja y un ligero capón para entender como Málaga en particular y Andalucía en general ha llegado de aquellos polvos a los presentes lodos. En cualquier caso si el carnero de La Legión va en las filas del equipo de los buenos, nada podemos temer. Málaga, Sergio Calle y las gentes de bien, pueden dormir tranquilas.
hace 7 años