Si sufrí hasta lo indecible con el primer libro, nadie me preparó para éste. La historia de Krestel y Arin es desgarradora. La autora zarandea nuestros sentimientos de forma despiadada. Acabo de terminarlo y ya tengo en mis manos el tercero, porque, simplemente, no soporto quedarme con ese final, me supera. Una de las cosas que me ha encantado, tanto de éste como del primer libro, es que la autora no desperdicia ni una página; cada hecho, recuerdo o conversación, por nimio que parezca al momento de leerlo, tiene enormes repercusiones en los capítulos siguientes. Ahhhh! Y los personajes... perfectos, principales y secundarios… todos magníficos, para bien o para mal. Sin duda, Kestrel es mi favorita, tan dividida entre lo que debe y quiere hacer. Su relación con Arin sigue siendo tan frágil, sobre todo porque nunca han podido sincerarse, siempre vigilados, siempre con miedo a ser descubiertos y ponerse en riesgo ellos y al pueblo herraní. Todo lo que tienen es su propia intuición respecto de lo que siente el otro, pero aun así tan fuerte.
hace 7 años